El café es nuestro compañero en la vida diaria. Infaltable en un encuentro con amigos o amigas, cuando estamos solos, es también es la primera infusión en el desayuno y la que cierra la sobremesa. Como si fuera poco, el café es, además, un socio ideal para el gimnasio.
Es que, gracias a varios estudios científicos, está comprobado que tomar un café antes o después del gimnasio genera beneficios adicionales para la actividad física.
En la previa al ejercicio, la cafeína mejora el rendimiento físico, porque estimula el sistema nervioso central, hace que la persona se sienta más despierta y da un impulso de energía que colabora a resistir mejor el ejercicio.
Pero, terminada la actividad, sus efectos son mucho mejores: prolonga el proceso metabólico quemando más calorías; aumenta la descomposición de las grasas y permite una recuperación muscular más veloz a partir del incremento de los glucógenos.
¡Ahora, cuidado con el consumo! Esto no significa que haya que tomar un café antes y después del ejercicio, lo cual no es recomendable, ni tampoco consumir jarras de café todo el día. La cafeína en exceso, como todo, no es buena ya que eleva la presión arterial, provoca deshidratación, insomnio y ansiedad.
De hecho, la Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva (ISSN) remarca la cantidad de cafeína que se necesita: “Se ha demostrado consistentemente que la cafeína mejora el rendimiento del ejercicio cuando se consume en dosis de 3-6 mg por kg de masa corporal”.
Esta última cifra es importante porque si tomamos una jarrita mediana o vaso estándar de café expreso, este contiene unos 150 miligramos de cafeína, cantidad acorde a la dosis.
La Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva también ratifica que “la cafeína mejora de manera aguda varios aspectos del rendimiento del ejercicio que incluyen la resistencia muscular, la velocidad de movimiento, la fuerza muscular y la resistencia aeróbica”, entre otros.
Por lo que, si te encontrás con una máquina de café en el gimnasio, da por seguro que te está esperando allí para ayudarte, para que ese amigo fiel no nos falte cuando más se lo necesita.