Con la temporada estival a pleno, hasta a quienes les gusta la actividad física en el gimnasio no pierden la oportunidad de hacer ejercicio al aire libre, ya sea saliendo a correr, andando en bicileta, disfrutando de una larga caminata o una escalada en montaña, por nombrar algunas de tantas.
Tales placeres, en días de altas temperaturas, pueden terminar mal si no se toman las medidas de prevención necesarias. Por eso, salir al aire libre implica prepararse adecuadamente y conocer nuestros propios límtes antes el seguro entusiarmo.
Para disfrutar de una jornada sin disgustos es necesario asegurarse una buena hidratación siempre, hacer la actividad bien temprano de mañana o cerca del atardecer, cuando las temperaturas máximas aflojan, llevar indumentaria apta como ropa de colores claros y de telas transpirables que permiten pasar a través de la tela el vapor que genera nuestro cuerpo.
Lentes ocuros, un sombrero o lo que sea cómodo para cubrirse la cabeza y protector solar se imponen necesariamente para ir bien cubiertos. Cualquier recorrida será mucho mejor si evitamos los esfuerzos prolongados y hacemos más frecuentes los decansos, siemrpe a la sombre si es posible.
Si un golpe de calor en medio del ejercicio nos sorprende hay que saber que se notarán signos tempranos y otros tardíos. Los primeros son muy comunes y naturales a la actividad física por lo tanto es muy importante estar atentos en cuanto a la intensidad.
Estos signos son sudoración profusa, cansancio, sed y calambres musculares, todos habituales en la actividad física y que por esa característica podríamos subestimar erróneamente. Los signos tardíos, en tanto, ya no son normales: debilidad, mareo, dolor de cabeza, náuseas o vómitos, piel fría y húmeda, y orina oscura, esta última producto de la falta de hidratación.